¡Qué tal! Gracias por leer la Edición #011 de Tinta y voz, una newsletter dedicada a los libros y a quienes los hacen posibles.
En un par de semanas, la literatura contemporánea perdió a dos de sus plumas emblemáticas: Paul Auster —fallecido el 30 de abril— y la canadiense Alice Munro, quien murió el pasado lunes en su casa de Ontario, a dos meses de cumplir 93 años.
Premio Nobel de Literatura en 2013, Munro era reconocida de manera unánime por su maestría para narrar desde la brevedad y por la astucia con la que construía la psicología de sus personajes, cuya aparente simpleza —las suyas son criaturas normales, atravesadas por dudas cotidianas— desmenuzaba en una prosa diáfana y precisa.
Cuando, gracias al Nobel, se difundió la obra de Munro fuera de las fronteras de Canadá, se desmanteló un prejuicio sostenido de forma casi secreta entre bambalinas editoriales: que los cuentos son un género menor y, en consecuencia, que venden poco. En este boletín ya hemos conversado ampliamente acerca de esta falacia (en una conversación con el narrador mexicano Roberto Abad, que puedes leer aquí).
En un artículo publicado en 2013, la novelista estadounidense Elissa Schappell se refirió a este asunto de la siguiente manera:
Durante mucho tiempo, el cuento ha sido considerado el hijastro de la ficción. Hasta ahora, parecía, tristemente, que el mayor elogio que la gran Alice Munro llegaría a cosechar sería el mote de “nuestro Chéjov”. Por eso, la noticia de que había ganado el Nobel de Literatura (un honor que Chéjov nunca recibió) fue una gloriosa sorpresa no sólo para los millones de admiradores de Munro y para los escritores y valientes editores de relatos cortos, sino para las escritoras que, con demasiada frecuencia, son ignoradas por tales premios.
Más valioso aún me parece su siguiente apunte al respecto:
Como todo lector de Munro sabe, sus historias pueden abarcar décadas, moverse rápidamente en el espacio y el tiempo, bascular entre puntos de vista y adoptar cualquier forma.
Esa pericia, a mi entender, representa la forma más alta del quehacer literario.
Antes de mostrarte mis dos libros favoritos de Alice Munro, quiero recomendarte este post de Margaret Atwood, vieja y cercana amiga de Munro, donde narra, desde el cariño gestado en el mutuo reconocimiento literario, varios episodios de su amistad.
Danza de las sombras
Éste es el libro —hasta hace poco inédito en español— que en 1968 consagró a la escritora canadiense. Contiene 15 relatos que iluminan los pasajes oscuros de la existencia humana, ambientados en los suburbios de Ontario. Amas de casa, padres devotos, granjeros, hombres solitarios, parecen llevar una vida sin contratiempos. Pero eso es solo apariencia. El filo narrativo de Munro es capaz de transmutar lo ordinario en paisajes psicológicos de una fuerza torrencial.
Algo que quería contarte
Este volumen, que reúne trece relatos, exhibe los mayores dones de Munro. En palabras de Margaret Atwood, su contemporánea: “Disección es la palabra que mejor describe la obra de Munro. Cómo deberíamos llamar si no a la combinación de escrutinio psicológico, exhumación arqueológica, recuerdo preciso y detallado, y obsesión por el detalle más sórdido?” Nada se antoja más humano que las flaquezas y los abismos del alma. Y para narrar eso, Munro era una maestra.
🎬 Un tráiler
Después de su aclamada actuación en Los asesinos de la luna, la película más reciente de Martin Scorsese, Lily Gladstone protagoniza Fancy Dance junto a la joven Isabel Deroy-Olson.
La trama sigue a Jax, quien ha cuidado a su sobrina, Roki, desde la desaparición de su hermana. Dedica su tiempo a la búsqueda mientras ayuda a Roki a prepararse para un powwow (un evento donde lxs nativxs americanxs se reúnen para honrar su cultura). Ante el riesgo de perder la custodia de la chica, ambas emprenden la búsqueda interior del país para intentar encontrar a la madre de Roki.
Dirigida por Erica Tremblay, la película debutó en Sundance el año pasado y estará disponible en Apple TV el 28 de junio.
🎬 Curaduría de esta sección: Airy Nicole
🎶 Una canción
Esta semana me puse a escuchar las listas de éxitos globales. En el top 5 de Francia me encontré varias propuestas interesantes.
Lanzada hace un par de semanas, “Boucan”, del rapero KeBlack —galo de origen congoleño—, tiene ya más de 5 millones de reproducciones en YouTube.
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