Hasta siempre, Goran (1961-2024)
Una charla con el autor de 'Atlas descrito por el cielo', en una de las últimas entrevistas que concedió cuando visitó México en 2023.
¡Hola a todo el mundo!
Soy Ángel Soto, periodista cultural, traductor y músico mexicano. Estoy muy contento de darte la bienvenida a la Edición #001 de Tinta y voz, un proyecto que he planeado durante varios meses y que finalmente se ha materializado en esta newsletter.
Éste será un boletín semanal dedicado a los libros y a la gente que los hace posibles. Cada número incluirá una reseña (honesta, no está de más recalcarlo) o una charla con un autor o autora.
Al final de cada newsletter encontrarás algunas recomendaciones que serán recurrentes en cada entrega de Tinta y voz: tres libros, un álbum y un podcast o película. Son un pequeño vistazo a lo que estoy leyendo, viendo o escuchando en estos días.
Para este primer número, elegí compartir una conversación con el gran escritor serbio Goran Petrović, que murió hace una semana. Confieso que recibí la noticia con inquietud, puesto que había platicado con él apenas tres meses antes, durante su visita a México para promocionar la novela Papel con sello de agua. En ese momento me encontraba en el proceso de decidir cuál sería el texto inaugural de Tinta y voz. Consideré, entonces, que sería oportuno iniciar con esta charla a manera de homenaje a uno de los autores que más admiro, con la esperanza de que su historia te inspire como lo hizo conmigo.
No me extiendo más. Acá te dejo la charla. Y recuerda que al final hay recomendaciones. 📚 🎶 🎬
“Quiero abrazar el mundo como el agua abraza a la tierra”
Goran Petrović
Goran Petrović tenía la mirada honda. Una M bien definida en su ceño le coronaba los ojos y teñía de gravedad su semblante balcánico. No obstante, esa fachada palidecía ante su buen sentido del humor. De hecho, no era difícil hacerlo reír.
En septiembre de 2023, el escritor serbio visitó la Ciudad de México. Conversé con él durante 30 minutos, gracias a la mediación de la traductora Dubravka Sužnjević. Durante la charla recordó —con esa sonrisa que surge del encuentro entre la memoria y la nostalgia— sus años de infancia y su primer texto publicado, un cuento de ciencia ficción que escribió con el mecenazgo anímico de su profesora de Literatura en cuarto grado.
Me contó también acerca del proyecto “Novela delta”, un ciclo que constaría de varias novelas. “Serán más de diez y menos de cien”, dijo con picardía. Por supuesto, bromeaba… hasta cierto punto. En realidad, dijo, no serían cien, pero sí poco más de una decena. Su visita a México obedecía a la promoción de la primera de ellas, titulada Papel con sello de agua (Sexto Piso, 2023).
Había trazado un plan minucioso para este ciclo, cuya trama abarcaría 600 años, desde el Medievo hasta nuestra época: la primera novela ocurriría en Italia; la segunda —titulada Iconostasio del mundo conocido, que también publicará Sexto Piso en los meses próximos— se desarrollaría en Grecia, Belgrado y el Imperio Otomano; la tercera, en Constantinopla, Venecia, Belgrado, Sicilia. Las siguientes dos o tres —para entonces aún no determinaba con exactitud esta cifra— transcurrirían durante el siglo XVIII, y el resto se ocuparía del XX.
“Con ese ciclo de novelas”, anotó, “quiero abrazar el mundo como el agua abraza a la tierra, para recordarle a la gente que el mundo es grande”.
—Es un proyecto de largo aliento —le sugerí.
—¡He estado trabajando 23 años en él! —respondió, alzando por primera vez las cejas y soltando una carcajada que atrajo miradas curiosas.
El aspecto severo de Petrović se difuminaba con facilidad ante los chispazos de jovialidad de Goran. Sin embargo, cuando le pregunté qué lo hacía reír, enmudeció. A su rostro volvió esa mirada insondable que se vuelca hacia sus adentros. Pensó durante varios segundos y finalmente dijo: “Realmente me desconcertaste con esa pregunta… ¡y me hiciste fruncir el ceño!”. Y una vez más se deshizo en una sonora carcajada.
Goran Petrović murió el 26 de enero. Su familia informó a la RTS (Radio y Televisión de Serbia) que el deceso ocurrió “tras una breve y grave enfermedad”. La noticia sumió en el azoro a sus lectores mexicanos, muchos de los cuales se entusiasmaron con su literatura desde la publicación en español de Atlas descrito por el cielo (2003).
La siguiente conversación es un homenaje al autor que, como señaló Alberto Manguel, nos otorgó “una nueva realidad filosófica, metafísica y estética”.
¿Cuándo sintió que se convirtió en autor?
Después del cuarto libro publicado, relativamente tarde. Hace poco leí a un autor turco que decía: “Yo no soy escritor, soy alguien que escribe”. Y tal vez yo le tomaría prestada esa expresión. Por otro lado, a pesar de que en ese entonces yo rechazaba el hecho de que me llamaran autor, me parece que toda mi vida, inconscientemente, me estuve preparando para serlo.
¿Por qué hasta el cuarto libro? ¿Qué cambió con esa publicación?
Porque consideraba que ser escritor era algo muy elevado, superior. No me consideraba digno de ostentar ese título a pesar de haber publicado mis tres primeros libros. El cuarto obtuvo premios, se volvió popular y trajo muchas presentaciones, pláticas, veladas literarias… No es que los anteriores no hayan tenido atención, pero en el caso del cuarto hubo algo distinto. Y ahí me di cuenta de que había caído en la trampa de la escritura y que no había salida.
Escribir y publicar son cosas distintas, ¿cuál es su memoria más temprana con la experiencia literaria?
Me gusta tu comentario sobre la diferencia entre la escritura y la publicación, porque hay un marco que envuelve a la vida literaria, pero en realidad la esencia es el acto de escribir. Todo lo demás es sólo un adorno. Mi memoria más temprana está en la literatura oral: en el Kindergarten tenía un amigo. A diferencia de él, yo leía cuentos de hadas. Entonces, yo le contaba cada mañana el cuento de hadas que había leído la noche anterior. Como no los recordaba a la perfección, agregaba y quitaba algunas cosas. Pero tengo muy presente el recuerdo de sus ojos que se abrían de par en par conforme yo le iba platicando todo eso.
¿Recuerda el primer texto que publicó?
Fue en el cuarto año de primaria, en una revistilla local. Era un cuento de ciencia ficción que había revisado mi maestra de literatura. No sé por qué, pero yo era el único al que le permitía temas libres en los exámenes de composición. Los demás tenían que escribir sobre el otoño o el primer día de la escuela o cómo habían pasado pasé las vacaciones.
¿Sobre qué trataba este cuento?
Era un cuento futurista. Se llamaba Invasión, pero no recuerdo bien la trama, jajaja.
En su opinión, ¿los libros vienen de otros libros o surgen de la vida, de la experiencia en el mundo?
En mi caso, ambas cosas están entrelazadas. Para mis novelas me preparo con muchísimo detalle. Eso implica leer varios libros sobre el tema que quiero abordar, las circunstancias históricas, cómo se vestía la gente de la época, cómo se veían las monedas, qué comía la gente… En el caso de este libro (Papel con sello de agua), si quitamos todo lo que denota la época —la Italia renacentista— nos quedaría un texto que habla del momento actual. No es por compararme, pero como ocurre con la mejor literatura, funciona cientos de años después de cuando fue escrita.
Al inicio de este libro, sugiere que para el escritor “el pan y el manuscrito sirven para lo mismo, con el primero se sacia la panza y con el segundo, el espíritu humano”. ¿Se siente del mismo modo respecto a su escritura?
En algún sentido, sí. Para mi supervivencia necesito sólo pan y agua, pero para mi vida necesito la escritura. No necesariamente la publicación, pero sí el acto de escribir. En este libro se discute bastante la situación y la posición del escritor: qué tanto es una persona vanidosa, qué tanto es y qué tanto puede ser honesta. Qué significa la creación. Creo que una de las partes más logradas de este libro es la del hombre que hace vitrales, que asume cada encargo nuevo como si fuera principiante, aunque es el más experimentado. Así me ocurre a mí, con cada texto que empiezo, me acerco siempre como principiante.
📚 Tres libros que recomiendo esta semana
Asesinato en Mesopotamia
Una excavación arqueológica en Irak, un asesinato y un grupo variopinto de sospechosos son los ingredientes de este caso del investigador privado Hércules Poirot. Entre la hostilidad de los lugareños y las dudas que se multiplican a cada nuevo paso de la trama, la novela va cobrando la forma de un acertijo irresoluble. Como en tantas ocasiones, la autora inglesa despliega un talento inusual para entrever las más bajas motivaciones de la especie humana.
Agatha Christie | Planeta | México | 2023 | 264 páginas
La razón disruptiva
Luis Villoro formó parte del grupo filosófico Hiperión, que también integraron Emilio Uranga y Jorge Portilla. En esta antología, preparada por Guillermo Hurtado, se hace un recorrido por su pensamiento, que se resume en cuatro ejes: “Lo otro y los otros”, “Conocimiento, racionalidad y verdad”, “El poder y las ideas” y “Comunidad, democracia y justicia”. Metafísica, teoría del conocimiento, ideología y teoría de la justicia son temas que se hacen presentes.
Luis Villoro | Debate | México | 2023 | 416 páginas
Los instrumentos de la noche
Cada una de las cuatro secciones que componen este ensayo se concentra en una época y “en una forma característica de interpretar y concebir el sueño”. No solo Freud y sus discípulos han sido invitados; también figuras tan dispares como Abu Bakr Muhammad, Thomas Nash y Walter Benjamin. A Priani lo ilumina la certeza de que los sueños son más que un evento nocturno; son una tarea diurna de “exploración y creación personal en la que se asoma la psique”.
Ernesto Priani Saisó | Bonilla Artigas Editores | México | 2023 | 204 páginas
🎶 Un álbum
Ingrid Beaujean es una de mis cantantes preferidas (ella y su gemela, Jenny). Hace poco lanzó Jueves de ríos, un álbum que navega entre el onirismo y la ternura, que se arriesga con las texturas acústicas y las posibilidades de su voz.
Suena tan fresco como el azul de su portada. Ideal para escuchar un domingo por la tarde.
🎙️ Un podcast
Si te dedicas a la escritura (o a cualquier actividad creativa), es casi seguro que te has tenido que enfrentarte al terrorífico momento de las inseguridades. Desde el miedo a la página en blanco hasta los bloqueos creativos, del síndrome del impostor a la sensación abrumadora de no saber hacia dónde llevar un proyecto, todxs hemos pasado por esa senda.
Laia Jufresa, una escritora y coach mexicana —con quien platicaré próximamente—, sabe entender estas vicisitudes. Personalmente, he encontrado sus consejos más que útiles. Son propuestas realistas y nada pretensiosas sobre el arte de escribir y sobre qué hacer cuando pierdes la motivación.
Su podcast se llama Escribir es un lugar. Gran título, por cierto.
Escúchalo y cuéntame qué te parece.