Cristina Pacheco: cartografista del alma humana
Una charla con Laura Emilia Pacheco sobre el legado de su madre.
Con una empatía irreprochable, Cristina Pacheco trazó un mapa literario de las pasiones y los dolores que configuran la existencia cotidiana. A través de sus ficciones, recogidas durante más de tres décadas en las páginas de La Jornada y ahora reunidas en Mar de historias (Tusquets, 2024), construyó un testimonio literario que celebra lo íntimo y denuncia lo inadmisible.
Hace unos días —el 21 de diciembre— se cumplió un año de su muerte. El aniversario es simplemente una excusa para recordar a Cristina no solo por su legado literario, sino por la ética y el rigor que marcaron su vida y su trabajo.
Para ahondar en los detalles de esta antología, conversé con Laura Emilia Pacheco, responsable de redondear este proyecto editorial y testigo cercano de de los procesos creativos que definieron a su madre. Hablamos, entre otras cosas, de los temas que obsesionaban a Cristina: la infancia como territorio vulnerable, la vejez como espacio de exclusión y la violencia estructural que ha marcado la vida de tantas mujeres en México. Pero también del humor mordaz, la disciplina incansable y el amor incondicional por las palabras.
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Son 30 años reunidos en este libro. Imagino que la selección debió ser una labor monumental. ¿Qué contemplaste para armarla?
Pensé que era importante plasmar los temas que a ella más le importaban, los que sentía más cercanos. Todos los textos son literarios, ficciones inspiradas en cosas que vio o historias que se le ocurrieron. Pero había temas particularmente importantes para ella. Uno de ellos era el sometimiento y la violencia contra las mujeres, ya fuera en el matrimonio, el trabajo o en otros ámbitos; hay varios cuentos sobre eso. Otro tema fundamental era la infancia: cómo les va a los niños, que no tienen muchas maneras de protegerse del maltrato, la envidia, y demás. Un tercer tema, que creo que se aborda poco, es el de los viejos. Nuestra sociedad tiende a cancelarlos sin pensar que, si tenemos suerte, todos llegaremos a viejos. Para ella era indignante la forma en que se trata a los viejos en este país. Hay muchos textos sobre eso. Además, tengo que contar algo que quizá pocos sepan: mi mamá tenía un gran sentido del humor. Hay textos en la antología que son muy divertidos, realmente mordaces.
Además de ese sentido del humor, Cristina establecía un vínculo profundamente humano con sus personajes, tanto en sus entrevistas como en su trabajo literario. ¿Alguno de estos rasgos de su personalidad se percibe en sus textos
Algo importantísimo: su empatía. Podía conectar con la persona más desahuciada del mundo igual que con un artista, un pintor, un músico o un artesano. Esa empatía implica respetar al otro y escucharlo, porque muchas veces los entrevistadores solo están pensando en sus preguntas y no escuchan las respuestas, lo cual es una falta de respeto absoluta. Ella tenía un auténtico interés en todo lo que veía. Podía estar fascinada con una vecindad y la vida de sus habitantes, pero también con la ciencia, la astronomía con Julieta Fierro, la música con el maestro (Carlos Miguel) Prieto, o un zapatero trabajando con tres clavos en una vecindad. Esa curiosidad y anhelo de conocer marcaban una gran diferencia.
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¿Esta antología era un proyecto que ella imaginó en vida?
Sí, ella me comentó que tenía ganas de hacer una antología porque hacía tiempo que no publicaba un libro, pero su tren de trabajo era brutal. Después de que falleció, encontramos un archivo en su computadora con un esquema de antología; ya había empezado. Consideré que era importante terminarlo. Sentí que debía hacerlo.
Y ahora que lo has hecho, ¿qué consideras que representa como legado para las letras mexicanas y el periodismo?
Es difícil para mí decirlo porque era mi mamá, pero creo que su seriedad y respeto por su trabajo son fundamentales. Preparaba cada entrevista con absoluta dedicación, algo que no siempre sucede. Además, creo que fue de las primeras en dar voz, de manera cotidiana, a quienes no la tenían. Ahora siento un gran vacío porque esas voces ya no se escuchan.
Cristina también rompió barreras en otros aspectos, ¿no es así?
Fue pionera en muchísimas cosas. Desde algo tan aparentemente superficial como vestir de negro en televisión —cuando estaba vetado— hasta abrir camino para las mujeres en espacios dominados por hombres, como las editoriales, los periódicos y la televisión. Además, tenía una solidaridad extraordinaria; ayudaba a quien podía, movía cielo y tierra para conseguir medicinas, doctores o aparatos para quien lo necesitara.
La Ciudad de México parece ser un personaje central en la antología. ¿Dirías que fue uno de sus grandes amores?
Sin duda, su gran amor. Y en la antología la trata como un personaje. Le dolía profundamente todo lo que le pasaba a esta ciudad: la violencia, la pobreza, la falta de servicios. Ella veía el periodismo como un servicio social, algo que creo que a veces olvidamos.
¿Qué destacarías de su faceta como creadora de ficciones?
Tenía una imaginación impresionante y un rigor absoluto. Escribir un cuento a la semana es algo titánico. Lo hacía con mucha disciplina, pensando el tema durante la semana y entregándolo cada sábado. Al leer la selección, fue como conversar con ella; escuchar su voz a través de los textos fue muy conmovedor para mí.
¿Piensas que estos textos conectarán con las nuevas generaciones?
Definitivamente. Cristina escribía sobre personajes con los que, aunque no compartas circunstancias, siempre encuentras algo con lo que identificarte. Ella escribía sobre las pasiones humanas, que son iguales para todos en todas partes.
¿A qué le atribuyes esa sensibilidad?
Ella era una enorme lectora. Todo el tiempo estaba leyendo, pensando cómo lograr compartir sus historias con los lectores. Esa claridad fue fundamental.
🗞️ Noticias librescas
🔹 ¿Qué está pasando con los libros falsos en Amazon?
Imagina publicar un libro y encontrar copias falsas en Amazon que no solo imitan tu portada, ¡sino que también usan tu nombre! Esto le ha ocurrido, por ejemplo, a Tae Kim, autor de un ensayo sobre NVIDIA. Y no es un caso aislado. Estos libros falsificados, en muchos casos generados por IA, afectan a los autores legítimos, que con frecuencia reciben críticas negativas en sus obras originales.
Amazon asegura estar trabajando en soluciones, pero autoras como Jane Friedman —experta en la industria editorial anglosajona— han tenido que registrar sus nombres como marcas para protegerse. Mientras tanto, este fenómeno plantea preguntas sobre cómo garantizar la calidad y proteger a quienes realmente crean contenido.
¿Qué opinas? Puedes leer más sobre este problema en esta nota de Xataka.
🔹 La revolución de bibliófilos que vacía las estanterías
En Italia, un movimiento llamado Svuota la vetrina (Vacía el escaparate) se ha convertido en un pequeño fenómeno libresco. Todo comenzó con Daniela Nicoló, quien decidió comprar todos los libros de una pequeña librería en Milán como gesto para reivindicar la lectura y apoyar a librerxs independientes. Desde entonces, la iniciativa ha llegado a 28 ciudades y no deja de crecer.
Para quienes participan, se trata de un acto de resistencia cultural. Muchos regalan los libros o los intercambian, pero todxs comparten la idea de que la lectura puede transformar vidas. Nicoló lo resume así: “Quería ayudar porque son los independientes quienes pueden darle un impulso a la cultura, estando al lado de sus clientes, sacrificando tiempo y energía y ayudando a entender lo importante que es la lectura”.
Lee más sobre este movimiento en esta nota de El País.
🎶 Un álbum
Haïti Cherie, de Sylvie Henry
Una celebración de las raíces afrocaribeñas a través de la fusión de jazz, blues y ritmos tradicionales. Técnicamente impecable, este álbum homenajea los sonidos de Haití y los entrelaza con ritmos de México, Cuba y Brasil. Es un puente entre lo ancestral y lo contemporáneo.
Sylvie cantará el próximo 28 de diciembre en El Convite. Excelente plan para cerrar el año.